miércoles, 1 de junio de 2011


NOCHES 'PURPURA'


A las 7 p.m se abren las puertas de ese lugar al que llegan caras conocidas y otras nunca vistas, la luz violeta y tenue se apodera del ambiente y se respira un aire a canela. Suena la primera canción que va dando inicio a una noche de copas, una noche loca o simplemente a un rato agradable de tertulia.


Diego Mauricio Vásquez de 29 años, un futuro biólogo y padre es el dueño del bar, siempre llega temprano, limpia y ubica las sillas y mesas lo mejor posible, espera el pedido de la cerveza, y con buena energía anhela que sus clientes le ‘desocupen la nevera’. Las cortinas violetas son recogidas y los fieles y nuevos clientes son bienvenidos cuando se enciende el aviso de Purpura Café-Bar.





En octubre del 2010 conocí a Mauro como le decimos todos, me agradó su seguridad al hablar y su buen humor, poco a poco mis visitas al bar se volvieron más constantes, pues al disfrutar de una fría y amarga cerveza podía pedir una que otra canción del género musical que por herencia materna es mi preferido, el rock. Con cada visita me daba cuenta lo agradable que se puede pasar en este lugar y con el tiempo fui conociendo gente nueva, la cual me ha enseñado muchas cosas y me han hecho entender que debemos vivir la vida sin prejuicios.


El bar es el punto de encuentro de varios metaleros, pues Mauricio desde muy niño lleva el metal en sus venas, cosa que caracteriza a Wolverine el personaje de los X-Men, que por cierto es su superhéroe favorito. Su gusto por este género musical lo ha llevado a trabajar en bares de rock y metal, a organizar ‘toques’ cada 4 meses en la Casa de la Cultura y la Casa de la Juventud en Calarcá y sin olvidar su papel como vocalista de Faith Crusher, una banda de Death Metal. La vibra en el bar es intensa, mientras que suena The Number of the Beast de Iron Maiden se puede sentir la fuerza y energía que le produce este tema a los ‘mechudos’ presentes que se despeinan y cantan mientras se toman uno que otro trago de brandy, la bebida más consumida por ellos.






El viernes después de una larga tarde de academia llegué al bar con una pequeña tristeza, dudas y afirmaciones. Este es como el segundo hogar de muchos, pues se brinda el espacio para que cada uno exprese lo que siente, además de las buenas y constructivas charlas que liberan la mente. Al llegar me encontré con Andrea Oquendo que es contadora, Clara Luz filosofa, Diana Aparicio comunicadora social, Diego Torres publicista y Camilo Lizarazo gerontólogo y casi psicólogo y lógicamente con Mauricio. Amigos con quienes las palabras se juntan, se abrazan y refrescan los ratos.


Nos acomodamos en la barra donde se facilita escuchar una que otra historia, el olor a canela con el pasar de las horas va desapareciendo, para darle paso a una mezcla de olores como el del tequila con limón, la cerveza y el delicioso olor del café. Llegué bajita de ánimo y algo estresada pero mientras avanzaba la tertulia mi delirio iba pasando, pido un café bien oscuro y con poca azúcar, sabor amargo que también percibo todas las mañanas cuando mi mamá lo prepara.





Con ellos las charla son divertidas y muy analíticas, me di cuenta que todos de cierta forma estamos pasando por situaciones difíciles, pero al reunirnos podemos quitarnos cargas y reírnos de las malas experiencias. A las 11 p.m después de tomarme otro cafecito pido unas canciones de Soda Stereo y observo el lugar que está prácticamente lleno, el color negro predomina y se siente un ambiente de fiesta pero sin baile. Suena ‘Trátame suavemente’ y solo siento el deseo de un trago fuerte, pido un tablazo y canto fuertemente la estrofa que más me gusta – “te comportas de acuerdo con lo que te dicta cada momento y esa inconstancia no es algo heroico, es más bien algo enfermo”. A las 12 pm llegan quienes prefieren el metal y Mauro pone temas de Sepultura, In Flames, Amon Amarth entre otros.


Muchas personas han creado un estigma entorno a los metaleros, que son satánicos, drogadictos, desadaptados sociales, peligrosos y destructivos, pero no se debe generalizar, he conocido a muchos y la mayoría son personas estudiosas, trabajadoras, que se preocupan por su familia, amigos y por la sociedad en general, así como Mauricio. El cabello largo, la barba, el vestuario negro, las canciones con voces guturales y los pogos son características de los metaleros, pero esto no significa que sean malas personas solo son expresiones de sus gustos. En el bar no hay nunca problemas y todos son como una familia la que me ha acogido y me ha dado mi lugar.





En Purpura Café-Bar se disfruta de un ambiente juvenil, divertido, de rock y metal y de buenos amigos. A la 3:00 a.m, Mauricio comienza a realizar las cuentas, mientras Clara, Diana, Andrea, Dieguito, Camilo y yo soltamos las cortinas, recogemos las botellas y subimos las sillas a la mesa. Después de salir, Mauro asegura muy bien su negocio y casi nuestra casa, para dirigirnos hacia la plaza donde ya se ven los borrachos en busca de seguir la rumba y donde buscamos a Genaro para comer algo.


Finalmente parece que comenzáramos un viacrucis, pues vamos haciendo paradas para acompañar a cada uno a su verdadera casa, llevamos a Diana y a Andrea que viven más centrales y después nos desviamos hacia la mía, la cual no es muy lejos, pero no puede faltar el comentario de que vamos para la casa de Laura al norte de Cajamarca, el cual nos hace reír. Como somos varios el temor de robo es menor, pero sin embargo se camina rápido. Me despiden con un beso y un abrazo, dan media vuelta y Mauro como un papá sin importarle su cansancio y sueño termina acompañando a Clara, a Diego y a Camilo, para llegar a descansar para comenzar un nuevo día.





Entro a mi casa directamente a cepillarme los dientes, me acuesto y mientras me atrapa el sueño, me doy cuenta que a pesar de la tristeza con la que había llegado al bar, fue desapareciendo mientras pasaba el tiempo. Definitivamente sin importar mi estado de ánimo disfruto de este lugar, de sus bebidas, de su música y de mis amigos.

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